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sábado, 12 de noviembre de 2011

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Hoy, ella no ha tenido un buen día. Hoy, como otros tantos días su sonrisa ha desaparecido de su boca. Hoy no es capaz de mirar a nadie a los ojos. Hoy, ella quiere huir lejos, muy lejos. Ella quiere desaparecer, que la tierra la trague, morirse por un día, tal vez dos.
Hoy, como otros tantos días en los que decide evadirse del mundo se esconde del mundo en la ducha de su casa. Y llora, llora ahora que nadie la ve, y nadie la escucha. La música de fondo, hoy ni siquiera tiene ganas de cantarlas. Solo tiene ganas de escribir el nombre de él en el vaho que queda en el espejo.
Enciende el secador, le encanta que ese ruido tan molesto la deje pensar un rato mas en sus cosas, que ese ruido tan molesto la aleje unos minutos mas del mundo.
Y cuando termina empieza a peinarse, por cada pasada del cepillo se saca un defecto. Ella se considera una egocéntrica, egoísta, borde, celosa, orgullosa, cabrona, impaciente, niñata, manipuladora, inmadura, llorica... y por cada defecto que se encuentra mas fuerte se hace, mas superior se siente sobre el resto de la gente.
Hoy, no quiere que nadie la mire. Quiere desaparecer a ojos de la gente y cree que poniéndose su sudadera mas grande y calentita podrá. Segura de ello sale a la calle, va a la heladería, haga frío, calor o llueva, y se compra un helado. Se sienta en aquel lugar por donde no suele pasar nadie y mientras se termina su helado piensa como cojones ha vuelto a terminar ahí sentada.
Saca el móvil y marca el número de la única persona que nunca la ha fallado y que nunca la fallará, su mejor amigo. En menos de diez minutos él ya está ahí para abrazarla y encontrar de nuevo su sonrisa.
Vuelve a casa. Recompuesta. Pero sigue sin ganas de dedicarle ni tan siquiera una mirada al resto del mundo. Solo quiere dormir y que mañana sea un nuevo día, mejor que el anterior.

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